El pensamiento teológico ha estado, hasta ayer, en manos de los varones, con lo que la reflexión y el razonamiento sobre Dios se nos ha hurtado a las mujeres. En el ámbito de la mística hay figuras femeninas que han rivalizado en intensidad y profundidad con los mejores, aunque su condición de iletradas hizo que se perdieran muchos testimonios de nuestro sexo que hubieran resultado igualmente valiosos. Actualmente el problema femenino para hablar de Dios es que todo el lenguaje y las categorías acuñadas se han hecho por varones y desde los valores que éstos consideran como excelsos: omnipotencia, trascendencia, luminosidad... lo que choca de frente con la sensibilidad de los débiles —donde tradicionalmente nos encuadramos las mujeres— que ven a un Dios inmanente compartiendo la vida del sufrimiento. A pesar de la existencia de estos impedimentos, algunas teólogas nos ofrecen desde cinco ángulos distintos su visión de Dios con la ilusión de que aumente en los lectores el interés por adentrarse, cada día más, en los arcanos del ser que definimos como Amor.