No busquemos en san Pablo un tratado sobre la oración, pues nunca se lo propuso. Tenía muy claro que su cometido, tal como se lo había encargado el Señor, era llevar el Evangelio a los pueblos de la gentilidad. Sin embargo, en las Iglesias que va fundando en sus andanzas apostólicas, surgen problemas que irá solucionando con unas directrices muy claras y en las que se basa toda su espiritualidad: el cristiano bautizado es una nueva criatura (Gál 6,15) que debe vivir en Cristo y a Cristo, lo que supone integrar su comportamiento en esta nueva forma ontológica de su existencia.
La espiritualidad que Pablo propone es cristocéntrica. Es lo que recomienda a sus lectores de ayer y de hoy: el desarrollo y crecimiento en Cristo: Os habéis despojado del hombre viejo con sus obras y os habéis revestido del nuevo, que se renueva hacia el conocimiento verdadero, conforme a la imagen de Dios, su Creador (Col 3,10). Llegamos al Padre a través de Cristo que es el Camino.
Ficha técnica
- Fecha de Publicación
- 05/2011
- Páginas
- 120
- Encuadernación
- Rústica
- Formato
- 11.5x17 cm
- Edición
- 1ª