La danza de los íntimos deseos
“A distinguir, me paro, las voces de los ecos…”
decía el poeta Machado.
Algo así es el discernimiento. Discernir es saber separar, para quedarse con lo que parece lo mejor
“A distinguir, me paro, las voces de los ecos…”
decía el poeta Machado.
Algo así es el discernimiento. Discernir es saber separar, para quedarse con lo que parece lo mejor
“A distinguir, me paro, las voces de los ecos…”
decía el poeta Machado.
Algo así es el discernimiento. Discernir es saber separar, para quedarse con lo que parece lo mejor, optar por ello y llevarlo a la práctica. Pero en estas páginas damos un paso más, hablamos de discernimiento espiritual y cristiano. Para ello tengo que conocer qué se experimenta cuando Dios me habla y cómo distingo entre tantas cosas que pasan, la voz de Dios en mí y en los acontecimientos de la vida.
Y todo ello a ritmo de danza, suave, con la justa cadencia entre dos: Dios que marca el paso y
tú que te dejas llevar.
Ficha técnica