Este libro, aunque hablando de realeza y nobleza, presenta otra fidelidad. Aquella escondida, sin aparente brillo, casi imperceptible a los ojos terrenos pero..., mucho más importante y mucho más substancial, porque el dominio, el poder y el honor son vistos según los ojos de Dios.

Isabel de Castilla, la reina católica, que quiso caminar durante su vida por la senda que conduce a la santidad. Reinando en la tierra buscó con todas sus fuerzas el Reino de los cielos.

Reina católica del descubrimiento del Nuevo Mundo. Iberoamérica la recuerda y la canta en un sinfín de Naciones agradecidas por el gran signo profético que ella tuvo: Ordenó que en cada nave que partía hacia el Nuevo Mundo debía embarcarse un grupo de misioneros españoles; ellos consumieron sus sandalias en la tierra americana para que la historia de América fuera otra, aquella que tiene su comienzo bajo el signo de la Cruz.