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El mundo actual -decía Pablo VI- no necesita maestros, sino testigos. Y es cierto. Es cada vez más cierto. Las palabras abundantes no pueden sustituir el testimonio de la vida. No cabe duda de que Francisco Javier es un testigo cualificado del Evangelio
El mundo actual -decía Pablo VI- no necesita maestros, sino testigos. Y es cierto. Es cada vez más cierto. Las palabras abundantes no pueden sustituir el testimonio de la vida. No cabe duda de que Francisco Javier es un testigo cualificado del Evangelio; incluso un testigo heróico que, por éste, es capaz de inmolar su vida. Quizás las formas han cambiado, y también los tiempos, pero el talante con el que es capaz de dar un vuelco a su vida cuando comprende la primacía de Dios en ella, y la coherencia y generosidad con las que sigue su llamada, deben ser un testimonio válido para todos nosotros.
Ficha técnica